
108 días sin Internet pueden ser un verdadero infierno o un pasaporte al cielo en forma de tranquilidad para el alma. Para Cristina Domínguez; una joven estudiante del colegio El Pinar aficionada a las letras, ni una cosa ni la otra. Hace dos años convirtió en terapia el castigo parental de privación de acceso a las TIC y a la Red de Redes por sus malas calificaciones, transformando esos poco más de tres meses y medio de censura digital en su primera experiencia novelada.
Una pequeña editorial malagueña –Pasión por los libros- puso el ojo en esta experiencia y convirtió ‘100 días sin redes sociales’ –título del libro- en la primera obra publicada de la alumna de El Pinar. Domínguez pasó así a formar parte de la limitadísima lista de escritores que dan el salto a la palestra literaria ‘amateur’ cuando la vida a penas le ha concedido el pasaporte para encajar su cuerpo –que no su mente- en la adolescencia.